sábado, 23 de marzo de 2013

Intervención logopédica basada en el modelo constructivista.


La esencia del constructivismo es el individuo como construcción propia, que se va produciendo como resultado de la interacción de sus disposiciones internas y su entorno. Su conocimiento no es una copia de la realidad, sino una construcción de la persona misma. Compara el aprendizaje con la creación de significados a partir de la construcción de interpretaciones personales del mundo, basadas en las experiencias e interacciones individuales creando esquemas que funcionan para activamente filtrar, codificar, categorizar y evaluar la información. El constructivismo considera el conocimiento como un producto de la interacción social y de la cultura donde todos los procesos psicológicos superiores se adquieren primero en un contexto social y luego se internalizan.

A continuación veremos este modelo adaptado a una intervención logopédica en un niño de 9 años que tiene disfemia, un trastorno del lenguaje y, más concretamente, un trastorno de la fluidez verbal en el cual no se dan anomalías orgánicas y se caracteriza por las interrupciones verbales que afectan al ritmo del lenguaje y a la melodía del discurso.
Una vez realizada la primera sesión en la cual se produce una primera toma de contacto con el paciente y su entorno, se evaluará su grado de disfemia. El logopeda comenzará a diseñar la intervención que llevará a cabo con el niño, basándose en el modelo constructivista.

El papel del logopeda en la intervención será el de motivar al niño, impulsando su autonomía e iniciativa, evitando las críticas y correcciones, que deben ser muy específicas y de forma siempre positiva. Es imprescindible que el logopeda consiga hacer que el niño actúe activamente en toda la intervención, así le dará todo el tiempo que él necesite para hablar, lo escuchará atentamente y estimulará el clima de comunicación, ya que cada niño tiene una determinada capacidad para hablar fluidamente. Esta habilidad puede ser suficiente o insuficiente, dependiendo de las demandas a las que el niño tenga que irse enfrentando. Uno de los objetivos de la intervención será por lo tanto, fomentar el desarrollo de sus capacidades y disminuir la presión de las demandas. En este caso de disfemia, el logopeda propondría una primera sesión en la que el paciente estuviera acompañado de su entorno más cercano, familiares, tutores…, favoreciendo un clima de confianza en la que no se sintiera incómodo y forzado. Incluso, la posibilidad de la compañía de alguna persona de su entorno u otros niños/as podría llevarse a cabo en el trascurso de toda la intervención. Además del  uso de objetos personales o con un valor sentimental para el niño, serían igual de válidos si él lo escogiera.

En la interacción con el niño, el logopeda deberá crear el clima adecuado que mencionábamos anteriormente, en el que se favorezca su investigación a través de preguntas abiertas sobre los conocimientos previos y conceptos que tiene el niño antes de compartir con él la propia comprensión que tiene el logopeda sobre esos. Así, es de vital importancia que desde el primer momento, antes de llevar a cabo la intervención, el logopeda interaccione con el paciente haciendo que éste interiorice su dificultad, de forma que se familiarice con ella. Así, se estimulará en el paciente la expresividad y exteriorización de los estados emocionales que sienta en el transcurso de cada sesión.

Además, las actividades que se lleven a cabo dentro de la intervención estarán ajustadas a las necesidades del niño y a sus diferentes situaciones de aprendizaje que tendrán que tener como objetivo, ser creativas y salir de los estereotipos. Los factores ambientales serán indispensables, el niño formará parte de todas las actividades y las llevará a cabo en su entorno, no en el despacho del logopeda. Potenciándose así, las tareas cotidianas y fortaleciendo las habilidades lingüísticas y la fluidez del paciente.
Una actividad que se podría realizar con este niño sería el de acompañarlo en una situación rutinaria o cotidiana, como ir a hacer la compra al supermercado para que el niño prepare un pastel por el cumpleaños de su padre que será próximamente.
Dentro de esta actividad, el niño participará en todo momento de forma activa en la labor desarrollada por el logopeda desarrollando el concepto de apropiación (*). En este caso, el niño elegiría si desea ir acompañado de otras personas de su entorno u otros niños que asistan al logopeda, ya que la interacción con otras personas es muy beneficiosa para su  zona de desarrollo próximo (*).
A través de una lista orientativa, iría cogiendo los productos y alimentos seleccionados de ésta y le animaríamos a que los fuera nombrando, ofreciéndole la ayuda que fuera necesaria en cada momento a través de una participación guida (*), para formar así su andamiaje. A la vez, el logopeda interactuaría con el niño y sus acompañantes para que éste fuera haciendo descripciones sobre los productos y alimentos, expresara sus gustos y preferencias e incluso compartiera algunas experiencias personales.
Al finalizar la actividad, el niño podría hacer una reflexión personal, por ejemplo a modo de diario, en el que expresará sus sentimientos, emociones, inquietudes y su opinión sobre la actividad. Así, estaríamos poniendo en uso un concepto muy importante del constructivismo como es la intersubjetividad (*). Esta actividad se convertiría en significativa (*) para el niño ya que, próximamente podrá aplicarlo en la elaboración del pastel, además de aplicar estos conocimientos a otros contextos de su vida.

En todo el proceso es necesario modificar las actitudes y conductas negativas hacia el habla del niño, adaptando el lenguaje a sus dificultades del habla, repetir lo que éste dice, tratar de mejorar sus habilidades lingüísticas, conversar sobre situaciones y experiencias presentes de modo que, participe de forma activa con el logopeda y conseguir fomentar así, su motivación para aprender.

Además, no podemos olvidar la importancia de concienciar al niño que no está sólo, la colaboración e involucración de su entorno más cercano, será de vital importancia en el trascurso de la intervención, haciéndoles partícipes de los logros que se van adquiriendo y las dificultades que necesiten más tiempo y apoyo. Así, el logopeda, lejos de ser frío y distante, como una persona desconocida para el niño, se convertiría en alguien cercano que le ofrecería respeto, apoyo y confianza para superar con éxito su dificultad y mejorar su calidad de vida.

Actualmente se está utilizando el modelo constructivista en la educación debido a que es un método que resulta práctico y favorable. El paciente se involucra con su dificultad y no sólo se expone a seguir instrucciones fijadas, en este caso por el logopeda.  Este modelo aportaría al niño la confianza y aspectos necesarios para poder manejarse en los distintos ámbitos de su entorno, ya sean escolares o familiares.
Al realizar una intervención creativa se dedican bastantes recursos que nos permitirán incentivar la propia capacidad creativa del niño. A veces surgirá espontáneamente y otras, necesitará ser motivada a través del conjunto de actividades adaptadas o propias experiencias de este. Cualquiera de estos incentivos, unidos o por separado puede motivar al paciente.
Es imprescindible que, además de trabajar su dificultad, el niño consiga expresarse más allá de su lenguaje verbal, con algún otro lenguaje, símbolo o código, para comunicar sus estados emocionales, anímicos, autoestima; produciéndose así, una conexión más fuerte entre el logopeda y el niño,  reforzando su capacidad de progresar.

No debemos obviar que el logopeda tiene que tener en cuenta que, cuando se trabaja con un modelo constructivista, su papel es de mediador, un acompañante de los procesos cognitivos del niño. Si la orientación no es constante, se corre el riesgo de que el niño pierda el enfoque. Esto ocurre porque el niño trabaja a través de sus propias experiencias utilizando las herramientas que el logopeda sugiera y buscando otras, que él mismo pudiera considerar necesarias.

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(*) El concepto de apropiación se refiere a la participación activa de los sujetos en el transcurso de las actividades propuestas y guiadas por el profesional.
(*) La zona de desarrollo próximo es la zona en la cual se pone en marcha un sistema interactivo, una estructura de apoyo creada por otras personas y con las herramientas culturales apropiadas a una situación (Cole, 1984; Newman, Griffin y Cole, 1989), esto permite al individuo desarrollar sus competencias.  
(*) La participación guiada hace referencia a que el aprendizaje puede comprenderse como la apropiación de los recursos de la cultura a través de la participación en actividades conjuntas (Rogoff, 1990).
(*) La intersubjetividad es el hecho de compartir los diferentes puntos de vista, partiendo de una referencia común a través de la comunicación, pudiendo modificarlo si fuera necesario.
(*) La significación hace referencia a la funcionalidad, pudiendo aplicar los conocimientos aprendidos a otros contextos o ámbitos.

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